Gran parte de lo que hoy se ha proclamado corresponde al estilo de la literatura sapiencial, este estilo de transmisión del mensaje pretende o mejor entiende que la manera de ser sabio no es aprendiendo muchos conceptos o ideas, al contrario es más la capacidad que da la vida y la experiencia para saber vivir bien.
No es extraño escuchar en la noticias como una manifestación de poder y de mensaje de tranquilidad que transmite un gobernante a su pueblo tiene que ver con la capacidad de responder con armas y violencia a sus potenciales enemigos. Frases como : “ los vamos a destruir” “ emplearemos toda nuestra fuerza para aniquilarlos y reducirlos”.
Durante los anteriores domingos hemos centrado nuestra reflexión y nuestra oración dominical en el poder de la Palabra, hemos visto como ésta palabra, la Palara de Dios, transforma el corazón del hombre y la mujer que con fe la escucha y la pone en práctica.
¿Cuánto cuesta en la vida alcanzar el prestigio, la fama y el buen nombre? Con esta pregunta quiero iniciar la reflexión en este cuarto domingo del tiempo ordinario. No cabe duda que ninguno de nosotros está exento de buscar o alcanzar un poco de fama y de prestigio que en ocasiones es bien merecida. Tampoco podemos desconocer que estamos muy influenciados por una sociedad mediática que con una palabra puede construir o destruir la imagen y la vida de una persona.
“Las palabras tienen poder”. Esta expresión que seguramente hemos escuchado en varias ocasiones, bien puede ser la síntesis del mensaje de la palabra de Dios en éste domingo. Es impresionante lo que pueden hacer en la vida de cualquier persona unas palabras dichas con odio o con amor.
Para la gran mayoría de los colombianos han terminado las vacaciones y después del tiempo de descanso retomamos ahora nuestras labores cotidianas bien sea en el trabajo, el estudio y las diversas labores de las que nos ocupamos; algunos llaman a sus clientes, proveedores y colegas, otros recuperan sus rutinas deportivas y seguramente no habrá uno que otro que todavía se pregunta sobre qué va a hacer este año?
Desde la celebración de la Navidad, del nacimiento del Señor, la Iglesia en estos posteriores domingos nos ha permitido reflexionar y orar en torno acontecimientos importantes para la vida de Jesús y por ende para nuestra vida de Fe. Hemos dado gracias a Dios por la visita de los Magos (Epifanía), también hemos celebrado la fiesta de María como Madre de la Iglesia
La Iglesia nos invita en este domingo a celebrar una nueva solemnidad, la de la epifanía del Señor. Celebramos en esta fiesta el anuncio profético dirigido a Jerusalén y a nosotros: "Es verdad que la tierra está cubierta de tinieblas y los pueblos de oscuridad, pero sobre ti amanece el Señor y se manifiesta su gloria" (Is 60,2).
En los primeros textos de la Resurrección se destacan dos situaciones que vivieron los cristianos de los orígenes y que también los creyentes de nuestra época viven frente al acontecimiento de la Resurrección del Señor.
No alcanzará un solo día para festejar el acontecimiento de la Resurrección de Cristo, por eso la Iglesia destina en el tiempo los ocho días siguientes conocidos como Octava de Pascua para festejar, vivir y acoger este glorioso misterio.