VI Domingo de Pascua - Ciclo A

En el corazón de los primeros cristianos quedó grabado el recuerdo de la injusta muerte de Jesús. Injusta por ser fruto de persecución y calumnias de las autoridades religiosas de su tiempo. Aun siendo una muerte ignominiosa, los primeros seguidores de Jesús captan el sentido que el Señor dio a este acontecimiento: “el inocente muere por los culpables, para conducirnos a Dios” (1 P 3,18 b).

III Domingo de Pascua - Ciclo A

Queridos hermanos: celebramos el tercer domingo del tiempo de pascua en el cual, como en todas las lecturas de esta semana, la Iglesia nos viene dando a conocer las manifestaciones, la manera como el resucitado se hizo presente en las primera comunidad cristiana. Esta primera comunidad pudo constatar que Dios siempre había estado con ellos y que la resurrección de Jesús no era otra cosa que la mayor manifestación de amor, de entrega de Dios hacia el pueblo que él mismo había elegido.

II Domingo de Pascua - Ciclo A

Existen unas características muy particulares que indican la presencia del Resucitado en su comunidad; hoy el libro de los Hechos de los Apóstoles las recodará. La primera es la perseverancia: "los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la unión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones" (Hch 2,42). Rápidamente los primeros creyentes entendieron la necesidad de persistir en las mismas prácticas que Jesús les enseñó.

V Domingo de Cuaresma - Ciclo A

Poco a poco la práctica de la caridad y las obras de misericordia, junto con el mensaje de la palabra de Dios; nos han venido preparando para la celebración del misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús. Durante estos cinco domingos de Cuaresma, la palabra de Dios nos ha guiado en estas prácticas cuaresmales indicándonos la mejor forma de ser verdaderos y auténticos cristianos.

IV Domingo de Cuaresma - Ciclo A

Qué tal esta frase del profeta Samuel a Jesé en la búsqueda del nuevo rey de Israel: “No te fijes en su aspecto ni en su gran estatura....La mirada de Dios no es como la del hombre: el hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón” (1S 16,7).

II Domingo de Cuaresma - Ciclo A

Queridos hermanos. Quisiera proponerles la siguiente pregunta para iniciar la reflexión a partir de la palabra de Dios que hemos escuchado en este segundo Domingo del tiempo de cuaresma: ¿Cómo entender o explicar eso que todo discípulo-misionero ha experimentado y que sale de lo más profundo del corazón? Me refiero a la experiencia profunda en donde realmente escuchamos la voz del Señor.

VI Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Vivimos en un mundo convulsionado y desorientado en el que las “teorías” y las “opiniones” frente a las innumerables situaciones que afrontamos en la vida diaria lo único que logran es confundirnos más y desviarnos del camino correcto.

V Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Celebramos hoy, en este 9 de febrero el quinto domingo del tiempo ordinario. Como constatamos, el tiempo pasa muy rápido y las noticias de este primer mes del año, parecieran avizorar un mundo oscuro y confuso.

IV Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A

María y José llevan al Niño Jesús al Templo de Jerusalén: "Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor". 24 También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor" (Lc 2,22-24). El evangelio de Lucas dice que la intención principal del viaje a Jerusalén era para "presentarlo al Señor", o sea la entrega u ofrecimiento de Jesús a Dios.

III Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Apreciados hermanos. Nos reunimos para celebrar el tercer domingo del tiempo ordinario. Y como lo hemos escuchado, la liturgia de la palabra nos introduce en un momento importante de la vida de Jesús: el inicio de la vida pública de Jesús quien abandona el sitio donde pasó su infancia y juventud para ubicarse en otro lugar que será crucial en su vida: “Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago” (Mt 4,12).

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